El menú apocalíptico de Martín Berasategui

¿Y si nos vamos todos a la mierda, qué es lo último que vas a comer? 

Con esta frase comenzaba la sección que me ha llevado a conocer a gente cuyas fotos están en mi carpeta del insti y sus posters en mi habitación. Después de conseguir inaugurar la sección con el capo de los bloggers gastronómicos en España, Mikel Iturriaga, hoy tenemos al capo de capos de la cocina española, o por lo menos así lo confirman sus siete estrellas michelín, como siete galones de general o siete soles. Ese es, nada más y nada menos, que el enorme Martín Berasategui.

Si te mira fijamente, puedes conseguir una estrella michelín. Fuente.
Si te mira fijamente, puedes conseguir una estrella michelín. Fuente.

Explicar quien es Martín Berasategui es bastante absurdo porque todo cristo le conoce, y más ahora que ya ha dado el salto a la televisión nacional.

Conseguí llegar a Martín Berasategui en mi tónica habitual, que es básicamente siendo un pelmazo. Días después de haber visitado su restaurante Loidi en Barcelona, en el que no pude llegar a conocerlo por un descuido, el equipo de Berasategui se puso en contacto conmigo para que pudiera conocerlo en las siguientes semanas, y es que básicamente todo lo que rodea a Berasategui está cuidado hasta el más mínimo detalle, de ahí que acumule más estrellas que extremidades en su cuerpo.

El día que le conocí, Inés Vazquez, la directora de RR.PP. de Berasategui en Barcelona, primero me enseñó la cocina del restaurante Lasarte y allí me presentó a Paolo Casagrande, el jefe de cocina. Este restaurante tiene más de 20 cocineros para unos 30 comensales, así que ya os podéis hacer una idea de lo que puedes llegar a gozar si te sientas en una de esas mesas.

Matilde, de Quintanilla del Monte (Burgos), acaba de terminar su primer plato.
Matilde, de Quintanilla del Monte (Burgos), acaba de terminar su primer plato en Lasarte. Fuente

Después de que el jefe de cocina me enseñara toda la cocina y yo fregara todas las babas que había ido dejando por allí, Inés me llevó a una barra del hotel donde me pidió que esperara a Martín, que bajaría enseguida. En el momento en que le vi aparecer, yo que soy un tío con desparpajo y facilidad de palabra, me convertí en una especie de tontolaba incapaz de articular tres letras juntas.

Martín Berasategui es tal cuál se le ve por la tele, un tío más majo que largo, y sobre todo más campechano que el mismísimo Juancar. Desde el primer momento trató de tranquilizarme porque yo estaba hecho un flan y se me olvidó todo lo que tenía que decirle. En un momento dado, incluso llegó a cogerme por los hombros para darme ánimos mientras se partía el culo de verme así de idiota. Cuando conseguí dejar de hacer el inútil, pasé a explicarle el tema del menú apocalíptico y a continuación os describo más o menos lo que me contó.

Lo primero que me dijo fue que si se acabara el mundo él se iría a casa de su amigo Hilario Arbelaitz, Zuberoa, y que dejaría que el chef le preparase lo que le diese la gana. Yo le dije que como el mundo se iba a acabar, el restaurante no estaría abierto, pero él me contestó que no estaría abierto, pero comerían allí y sería Hilario quien cocinaría. Y punto.

Le pido que concrete qué comerá y me repite que lo que Hilario quiera, que él sabrá qué hacer, y cuando vuelvo a insistir me pone cara de darme una guasca mientras me dice: «mira, si se va a acabar el mundo, lo único que quiero es estar con la gente que me importa: mi familia y mis amigos. Si quieres que te concrete, estaría mi mujer Oneka, mi hija, David y Álvaro de Jorge y los Roca, que son de mis mejores amigos, y si tengo que elegir un plato, te digo que quiero kokotxas pescadas a anzuelo; el resto me da igual. Estoy donde quiero y con quien quiero, ya se puede acabar el mundo».

Dándome cuenta de que si insistía, era para darme una buena hostia reprimenda, me quedé con la sensación de humildad que me transmitió uno de los mejores cocineros de la historia española.

Martín con su garrote y yo con mi garrita. Qué poca gracia y qué guantá tengo...
Martín con su garrote y yo con mi garrita. Qué poca gracia y qué guantá tengo…
Lo que nos gusta una selfie...
Lo que nos gusta una selfie…

Por último, antes de marcharme y que el tío me diera un abrazo en el que me fisuró seis costillas, se me ocurrió preguntarle cuál era su mejor receta, de la que más orgulloso se sentía. Me miró fijamente y sin pestañear respondió en un segundo: mi hija.

Le saludé y me marché con una sonrisa pensando: ay ladrón, que me has robado el corasón.

Y esta es la historia de cómo conocí a Martín Berasategui en abril. Días después de conocerle mi vida se convirtió en un infierno (tuve una mudanza) y en esa mudanza perdí la dirección de mail que me dio para preguntarle unas historias que le pedí; casi 6 meses después, la semana pasada encontré la dirección y por fin hoy puedo contar esta historia. Nunca podré agradecerles lo suficiente a Martín y a su equipo el trato que me dieron. La grandeza reside en la humildad, a pesar de las 7 estrellas.

Queridos, queridas, a más ver.

2 comentarios en “El menú apocalíptico de Martín Berasategui

  1. Qué buena, Ander, eres un crack!!! Por cierto: yo también me iría al Zuberoa, como donde Hilario no se come en ninguna parte. Y tengo clarísimo que pediría Puré de patata. Me da igual con qué (aunque el cordero a baja temperatura o el solomillo seguro que caen), pero que tenga muuuuucho puré de patata. Es la magia de elevar a manjar un plato de lo más común.

    1. Yo nunca he comido allí, pero imagino que debe ser colosal. A ver si organizo alguna visitilla para las próximas veces que suba y me acerco a ver qué pasa con ese puré y ese corderito… jejeje. Un besote Jaio! 😉

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