Hola a todas y todos. Podéis llamarme Andrés, Ander, Andrew, Andrelo, Anderground, Andy, o simplemente no me llaméis si no os apetece. A gustos, los colores. Y precisamente este blog irá de eso; de los gustos y de si os gustan esos gustos.

Lo que sé de cocina lo he aprendido en diferentes escuelas:

1. Gran Escuela de Cocina de Encarnita; mi señora madre. Responsable de mi formación hasta los 18 años, aproximadamente. Básicamente por aquella época me interesaban bastante los postres y cuatro cosas más que preparaba para no morir de inanición si me quedaba solo en casa. Además, me estaba instruyendo para cuando volara del nido. Hoy por hoy, su tortilla de patatas sigue siendo mejor que la mía.
2. Escuela de Cocina de Pisos Compartidos: Los Early 18. Aquí estamos hablando de gastronomía de guerra básicamente. Que si un san Jacobo, que si mis primeros arroces, que si pasta con chorizo, fuagrás, nata, huevo y luego gratinao, que si sopa de sobre… La cocina de guerra rápidamente me enseñó el mejor consejo de la cocina de guerra: o espabilas rápido y la dejas de hacer, o vas a comer mierda durante muuucho tiempo.
3. Escuela de Pisos compartidos 2.0: Coincidiendo con la llegada a nuestras vidas del intenné, este es el claro momento en que empecé a hacer platos de más complejidad. Hasta el momento sin lugar a dudas mis mayores éxitos eran las migas, los bizcochos y empezaba a clavar la pasta. Con internet me refiné a lo bestia: mi primer risotto de hormigón (listo para apuntalar las más complejas estructuras), mis pescaditos a la sal (dificultad extrema), mis ranchos en definitiva.
4. Escuela de Cocina de Vivir solo: El Laboratorio gastronómico. Espabilado ya del todo, este es el verdadero comienzo de mi pasión por la cocina. Con un amigo (y luego más), cada sábado quedábamos para ver si podíamos conseguir hacer la mejor receta de nuestro Dios en aquel momento (Karlos Arguiñano) además del dios del garrote, Martín Berasategui, y poco a poco nos fuimos animando hasta que hicimos una salvajada (lo contaré más adelante, pero se llaman huevos escondidos. Podéis buscarlo en Google, pero yo no me hago responsable si palmais) y estuvimos a punto de morir todos por una hipercolesterolemia extrema. Tras un año de parada, el laboratorio volvió y continúa cada sábado hasta el día de hoy.
5. Escuela de Cocina “Enamora cocinando”: Refinamiento ya serio en busca de la conquista del corazón a través de la cocina. El “voy a prepararte una fideuá que vas a caer a mis pies con el anillo de bodas en la mano”.
6. Escuela de cocina Terra D’Escudella: Esta es de verdad y me divierto como un crío cada día que voy. Ya os contaré cositas.

Durante algún tiempo, varias personas y amigos me pidieron que hiciera un blog de recetas para poder hacer las recetas y para no tener que depender de mí para cocinar, por lo que intuyo que voy a empezar a sobrar en las reuniones de amigos a partir de ahora…

Intentaré publicar con asiduidad las recetas que voy haciendo en clase, o las que voy preparando en casa y espero de todo corazón que podáis disfrutar con ellas tanto como yo lo hago. Si habéis llegado a este punto de lectura, es que estáis igual de enfermos que yo y por lo tanto, probablemente nos lo pasemos bien por aquí. Soy un tipo bastante amplio de coco (y de cintura…) a la hora de cocinar, así que probablemente veréis que lo mismo preparo un plato típico cañí, que un italiano, que catalán, que árabe, que lo que sea, pero siempre con una excepción: JAMÁS, repito, JAMÁS pongo huevo duro en mi comida. No, no soy alérgico, pero me da puto asco, así que si estáis esperando como locas centenares de recetas con huevo duro, ya os lo digo: será más fácil ver vida inteligente en el centro del sol, o que todos los políticos se conviertan en buenas personas; ni lo soñéis.

Mañana, la primera receta: un arroz caldoso para empezar. ¡Muy rico, muy barato y muy fácil de cocinar, señora!

Queridos, queridas: a más ver.